- Foto:EFE/Wolfgang Kumm
Me sorprende la noticia aparecida ayer en los medios sobre la dimisión del Ministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Guttenberg. Parece ser a que este hombre de apellido tan bibliófilo y uno de los más populares del Gobierno de la canciller Angela Merkel, le ha podido el corta-pega: dimitió de su cargo como consecuencia de la polémica por el plagio que habría cometido en su tesis doctoral. Por cierto, tesis que versaba sobre “Constitución y Tratado Constitucional: grados de desarrollo constitucional en EEUU y la UE”.
No me hubiera llamado tanto la atención si se hubiera tratado de un caso de corrupción política, o de tintes escabrosos, por muy Ministro de este país o del más impoluto del mundo. A fin de cuentas, estamos más acostumbrados a ver dimisiones de personajes por fotos robadas entre lencería de plumas, que por algo tan camuflable como la (des)honestidad intelectual.
A mí me parece significativo. Hechos como éste devuelven la dignidad, no al que ha roba, ya que confesándolo no hace ni un milímetro más de lo que tiene que hacer, sino al plagiado. Ocultando como propias unas ideas que has robado estás dando a entender que lo que fusilas por ahí tiene tan poca importancia que “no pasa nada si quitas un poquito de aquí y de allá”.
Estamos en ámbito universitario, que sirva de aviso para navegantes.